15/10/13

392

Cariño, déjalo estar, que así ya siempre seremos el tan ansiado por tantos, tan admirado por tantos nunca más. Yo siempre he estado y estoy orgullosa de que fuésemos cobardes, de que tú seas incapaz de abrir los ojos y yo incapaz de obligarte.
Deja al cuerpo acostumbrarse, que él se acostumbra muy bien a  resfriados y vacunas. Él va aceptando tranquilo todo lo que se le impone. El no saber, el no hacer. Años y años golpeando puertas cerradas, abriendo alfombras, guardando entradas, respirando este aire sucio y sonriendo a la dichosa tempestad. Incapaz de dar la vuelta sobre sí y leer la sinopsis de una vez o de llegar al final.
Mi vida, serás la muerte sin caja, la florecilla que nadie arranca, esa protesta del pueblo que los gobiernos ignoran. El personaje más feo, el rencor más entrenado y el recuerdo más odioso.
Y a mí que no me invitaron a tu entierro aquella vez, y después se disculparon pero ya no quise ir. Y compré ropa de invierno, y al final cogí miedo del espejo, y me esperé hasta el final, contando los pares mal, y me escondí por vergüenza a que fuese a quedar mal, y regresé con lo puesto. Y la lluvia fue cayendo en mi paraguas abierto, y con los años aprendes que alrededor del 90% de los te quiero nunca fueron de verdad.
Y con los años aprendes que deberían enseñar a cada niño a poder querer de lejos, y que no se cae el mundo por llorar.
Bueno, ¿y tú?, ¿cómo estás? No es que me importe, no creas. Sigo la línea de agua de la aguja del reloj.
No creas que me costó mucho, sí, como la trucha al trucho, loca de rabia en la calle bebiéndome mi perdón.
Lo que un día me parecía lo importante ya ni viste con la misma dignidad: el carboncillo es un charco, la almohada blanda, la ciudad una moneda rellena de chocolate que da tumbos por el bolso. Ellos otros, tú una más, yo un fantasma que aparece en los retratos pero que no puede hablar.
Si alguien más desea salir, señores, es el momento. No voy a darme la vuelta para quien se haya perdido, agachado dos segundos a amarrarse los cordones, apoyado a descansar. Los que quieran soltar anclas, saben que aquí estarán bien. Los que no, que ni lo piensen: no acepto una baja más.
Y eso que soy veterana, que he echado tanto de menos como para no querer ni dar la cara, como para no poder ni respirar.
Pero el corazón se cansa, y hoy está tan frío, tan loco, que no se sostiene apenas, y no estoy interesada en intercambios ni firmas, no quiero adelantos, rotos, encuentros inconvenientes, fiebres, recuperaciones. No voy a darme la vuelta para quien se haya perdido, agachado dos segundos a amarrarse los cordones, apoyado a descansar.
Los que quieran soltar anclas, saben que aquí estarán bien. Los que no, que ni lo piensen: no acepto ni una sola baja más.


"El hombre más rico del mundo no es el que conserva el primer duro que ganó, sino el que conserva el primer amigo que tuvo." Marta Mason



No hay comentarios:

Publicar un comentario